jueves, 14 de abril de 2011

INTRODUCCIÓN
          El estilo Barroco en México, se desarrollo por un espacio de 150 años, a partir del siglo XVII, el termino Barroco, abarca tanto la forma artística, recargada de adornos, llena de contrastes ( en la pintura predominó la técnica del claro oscuro), desmesurada, dinámica suntuosa; así como, la vida  de los  (criollos,  mestizos, indios, negros, mulatos y numerosas castas producto de la mezcla entre unos y otros), con un lenguaje rico, caracterizado por el uso de palabras cultas, extrañas, tomadas de otro lengua, (latinismo, helenismo, italianismo), destrucción del orden lógico de la oración española.
           MATERIALES
      Cantera Gris, piedra chiluca (Distrito Federal), ladrillo rojo o cerámica (Puebla) cante rosa (Querétaro)
BARROCO SOBRIO
          Uso de línea curva
          Pilastras salidas y algunas lisas.
          Uso de las concha.
          La portada  se divide en tres cuerpos verticales.
          Deforma las ordenes clásicas de columnas.
          Uso de columnas pareadas.
          Columnas estriadas y salomónicas.





                              BARROCO RICO
          Ventana coral con líneas mixtilíneas, uso de cornisas quebrada con entrantes y salientes, jambas de cantera en la portada.
          Las portadas y retablos están mas cargados.
          Torres con campanario y rematadas con cúpulas.
          Ornamentación mas trabajada.
          Plantas rectangulares.
          Los ordenes clásicos pierden su forma original, por la ornamentación.
          Uso de columna estípite.
          Variantes de pilastras salomónicas, entablerada almohadillada, candelabro, estrías móviles.
          Portada mas ornamentada.
          Arco de mixtilíneo, cúpula, capulín, linternilla, torres y campanarios (circulares, ortogonales o rectangulares) capillas laterales.
          Claraboyas manejada en forma de estrella (iglesias).
          Frontones, estos estaban partidos o adornados con rolones, Nichos con imágenes de santos.


BARROCO EXUBERANTE
          Uso de línea quebrada y curva.
          Ornamentación vegetal.
          Mayor simbolismo (Ángeles, arcángeles).
          Sensación de fantasía.
          Arcos conopiales, trilobulados, mixtilíneos.
          Ornamentación en mobiliario cargada.
Columna longinesica, tríos tilas y triítos tilas


ULTRA BARROCO
          Transformación y deformación de elementos arquitectónicos clásicos, barrocos y churriguerescos.
          La ornamentación exalta las proporciones.
          Perfección en el estuco y el tallado de la madera.
          Ángeles con actitudes de vuelo.
           Nichos y cortinajes.
          Roleos y conchas abultadas.
           Ménsulas resaltadas.
          Columnas anastilas.
          Tres columnas juntas.
          Columnas nicho.
Entre los constructores que contribuyeron a caracterizar la primera mitad del siglo XVII destaca fraile Andrés de San Miguel, hermano lego de los carmelitas descalzos: él construyó el conjunto del Desierto de los Leones en Cuajimalpa, el colegio de San Ángel y los conventos de Querétaro, Salvatierra y San Sebastián, por ejemplo.
En este siglo, el XVII, se fundaron también diez parroquias en la Ciudad de México: entre ellas, el sagrario, Santa Catarina, Santa Veracruz, Santiago Tlatelolco, Santa María la Redonda y San Francisco.
También se construyeron hospitales como el que fundó Zumárraga que después fue la Academia de San Carlos y el de San Antonio Abad y muchos conventos, como el de San Jerónimo, San Bernabé y el de San José de Gracia.
Típicas del barroco son las grandes volutas o aletas que sirven para ligar y unir armoniosamente dos puntos situados a diferente altura. Se colocan en las fachadas de las iglesias y también resuelve la relación entre la base amplia de una construcción y la de la cúpula más estrecha dando al edificio un perfil unitario y contrarrestando el empuje de la cúpula.
La decoración es exuberante, tanto en el interior como en el exterior de las construcciones. Los motivos son naturalistas. También se hace policroma combinando mármoles de distintos colores.
El espacio interior adquiere un carácter unitario en el que se combinan armoniosamente la arquitectura, la escultura y la pintura. En las iglesias ricos retablos adornan todas las capillas.
En el exterior el edificio se hace fachada y se concibe con el fin de incrementar la belleza de la calle o de la plaza. La decoración de estas fachadas se distribuye siguiendo un ritmo que se acentúa y concentra en el centro, así como los elementos salientes respecto al muro (pilares, columnas, frontones etc.) que también son reagrupados en el centro que domina sobre los lados.
Muchos estudiosos consideran que el siglo XVII virreinal fue un siglo esencialmente arquitectónico.
PINTURA
Las obras eclesiásticas eran, evidentemente las más importantes, no sólo por sus dimensiones sino porque tenían mayor apoyo, sobre todo gracias a las clases más poderosas económicamente.
Los primeros artistas que destacan en México son europeos: Peyrens, Andrés de la Concha y Baltazar Echave. Sus obras son de tendencia religiosa. Y por esto los primeros pintores barrocos nacidos en México son hijos de los anteriores y, como ellos, pintan la vida de los santos, que es una clara característica del Barroco. Posteriormente, Velasco, Villalpando y Correa, incursionan en los mismos temas. Su estilo es claramente barroco y simbólico.
Entre los pintores más importantes del XVII podemos citar a Baltasar Echave Rioja, seguidor de Murillo y Rubens y que pintó, por sólo citar un par de sus obras el Martirio de san Pedro de Arbués que le solicitó el Santo Oficio y los Tributos de la Eucaristía, la Fe y la Iglesia. José de Juárez ( de la primera mitad), fue otro de los artistas de gran notoriedad en aquel periodo.
Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.
Cristóbal de Villalpando, considerado el pintor más representativo de la segunda mitad del siglo XVII novó hispano y que, como muchos artistas de su época trabajó más para la iglesia que para particulares o instituciones y trabajó tanto en pequeño como en gran formato. Algunas de sus obras son La apoteosis de San Miguel, Los desposorios de la Virgen y La huida a Egipto, todos ellos representativos de la calidad de la pintura barroca en la Nueva España.
Otros pintores novó hispanos importantes de este siglo fueron son Rodrigo de la Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero y Juan de Herrera.
Podemos encontrar en la actualidad algunas pinturas barrocas, en lugares como:
La colección Banamex (Mty.) Y el templo de la Compañía de Jesús (Gto.):
San Cristóbal (José Rodríguez) Arzobispo A. Lorenzana (Miguel Cabrera) María Magdalena (Juan Tinoco) Cuadro con concha nácar (Miguel González) Las Batallas de Alejandro Magno (Juan Patricio Matete Ruiz) Sor Juana Inés de la Cruz Inmaculada (José de Ibarra) Benditas ánimas del Purgatorio (Patricio Matete)
EN LATINO AMÉRICA

Durante los siglos XVII y XVIII, la arquitectura barroca latinoamericana conservó las pautas marcadas por la península Ibérica pero con algunas peculiaridades. Una de ellas es su extraordinaria diversidad, condicionada por el propio medio físico, la gran variedad de materiales existentes en cada área geográfica y la presencia de un pasado precolombino. Entre los condicionantes físicos, la frecuencia de terremotos en algunas zonas como Guatemala o Perú determinó ciertos patrones estéticos, al tiempo que conducía al desarrollo de técnicas constructivas especialmente resistentes a los movimientos sísmicos como la quincha (entramado de cañas atadas con cordobanes aglutinado con barro).

El barroco en Hispanoamérica es esencialmente decorativo, ya que aplica un lenguaje ornamental a esquemas constructivos y estructurales inalterados desde los comienzos de la arquitectura hispanoamericana. La presencia de ciertos elementos como el estítipe o el arco toral, marcan formalmente los estilos de ciertas regiones. Mientras que el primero es el signo distintivo del barroco mexicano, el segundo, cuya función es sostener la cúpula, se desarrolló principalmente en Quito y Nueva Granada. En regiones donde el clima propiciaba un entorno natural austero, florecieron la denominadas fachadas-retablo. Su principal finalidad, como en la iglesia de San Francisco de Quito, es repetir en el exterior la exuberancia decorativa del interior. La presencia del color es otro rasgo característico del barroco colonial; se manifiesta, sobre todo, a través de la piedra, el ladrillo revocado en blanco, la tintura de almagre (óxido rojo de hierro), la yesería policromada y los azulejos. Un destacado ejemplo de esto último lo encontramos en la fachada de San Francisco de Acatepec (México), en donde la piezas cerámicas han sido modeladas en el taller ex profeso para la iglesia. Otros elementos arquitectónicos propios del barroco americano son la espadaña, la pilastra de almohadilla, como en la catedral de Tegucigalpa (Honduras), la proliferación de formas mixtilíneas y el soporte antropomorfo.

Los dos grandes focos, donde con más intensidad iba a encontrar eco el nuevo estilo, son el virreinato de Nueva España (especialmente en el territorio actual de México y Guatemala) y las ciudades peruanas de Cuzco y Lima. Si en todas ellas la influencia española es evidente, en Brasil la tendencia fue seguir los modelos portugueses.

En pintura, la obra de Francisco de Zurbarán causó un profundo impacto en artistas como Sebastián de Arteaga, José Juárez y Melchor Pérez de Holguín. A finales del siglo XVII y principios del XVIII, la escuela sevillana de Bartolomé Esteban Murillo y, en menor medida, de Juan de Valdés Leal, ejerció una gran influencia en algunos pintores del Nuevo Mundo como el mexicano Juan Rodríguez Juárez y el colombiano Gregorio Vázquez de Arce. Así mismo, fue decisiva la llegada a finales del siglo XVII de artistas europeos como el flamenco Simón Pereyns, los españoles Alonso López de Heredia y Alonso Vázquez, o el italiano Mateo Pérez de Alesio. Los pintores de la escuela cuzqueña combinaron las formas decorativas indígenas con las europeas, en especial las de la escuela flamenca, siempre ricamente decoradas en oro.

El mismo sentido decorativo afectará a la escultura ornamental, presente en los interiores y exteriores de las numerosas iglesias barrocas que, con un estilo extremadamente recargado, se construyeron a lo largo de las colonias españolas. En México destaca el español Jerónimo Balbás, que llegó a América a principios del siglo XVIII, autor del retablo del altar mayor de la iglesia del Sagrario. La imaginería popular floreció en Guatemala, con Quirio Cataño y Juan de Chávez, en Quito, con Bernardo Legarda, y en Lima donde, gracias al estrecho contacto con Sevilla, se pueden contemplar numerosas obras de Martínez Montañés.

La evolución del arte barroco, en todas sus formas, debe estudiarse dentro de su contexto histórico. Desde el siglo XVI el conocimiento humano del mundo se amplió constantemente, y muchos descubrimientos científicos influyeron en el arte; las investigaciones que Galileo realizó sobre los planetas justifican la precisión astronómica que presentan muchas pinturas de la época. Hacia 1530, el astrónomo polaco Copérnico maduró su teoría sobre el movimiento de los planetas alrededor del Sol, y no de la Tierra como hasta entonces se creía; su obra, publicada en 1543, no fue completamente aceptada hasta después de 1600. La demostración de que la Tierra no era el centro del Universo coincide, en el arte, con el triunfo de la pintura de género paisajístico, desprovista de figuras humanas. El activo comercio y colonización de América y otras zonas geográficas por parte de los países europeos fomentó la descripción de numerosos lugares y culturas exóticas, desconocidos hasta ese momento.

El Barroco americano

El arte americano presenta características originales a causa de las influencias de los modelos peninsulares y del arte precolombino. En América, el Barroco se desarrolló desde mediados del siglo XVII hasta los comienzos del siglo XIX.


Las características del arte barroco en América

Las obras artísticas realizadas en las colonias americanas presentan algunas características propias que las diferencian de las hechas en Europa. Esta situación se debió a la distancia existente entre las metrópolis y las colonias y a la ausencia en América de grandes artistas europeos. Fue decisiva la presencia de una tradición artística precolombina que influyó en la creación de un estilo particular. Objetos llegados del Asia sirvieron también como fuentes de inspiración, en especial, en el arte desarrollado en las colonias portuguesas y en la zona de la costa del Pacífico.

Los rasgos básicos del estilo barroco se transmitieron a América fundamentalmente por medio de la enseñanza de los religiosos, que utilizaban libros o estampas que contenían obras realiza-das por artistas europeos.

Asimismo, la presencia de artistas europeos, criollos, indígenas y mestizos contribuyó a crear un lenguaje plástico propio de cada una de las grandes regiones americanas.

Una de las principales características del Barroco americano es la importancia que adquirió la arquitectura con respecto a las otras artes. Esta propuesta se debe a la necesidad de crear iglesias para recibir a las poblaciones recientemente cristianizadas. Otra característica importante es la rica decoración de las fachadas y los interiores de los edificios.

Imágenes del Barroco en America

Durante los siglos XVII y XVIII existieron en América diversos centros artísticos.

• En el Virreinato de Nueva España, la arquitectura colonial se destaca por el empleo de diferentes materiales de colores intensos, usados de diverso modo en las diferentes partes de México.

Las torres de los edificios religiosos suelen presentar una gran decoración en sus columnas, comisas y tallas en la parte superior.

En el interior de estos templos suele desarrollarse una exuberante ornamentación, realizada con yeserías y estucos y pintada con vibrantes colores. Los retablos, las imágenes talladas y de vestir y las pinturas transforman a la iglesia en un lugar maravilloso, donde el fiel ora y medita.

• El Virreinato del Perú se caracterizó por las diferentes soluciones que cada región dio a los problemas arquitectónicos. Mientras que en Lima, la capital, se realizo una arquitectura más sobria, en ciertas zonas (Cajamarca, Arequipa, El Callao) se desarrollaron más los elementos decorativos. Una característica general de la arquitectura del Virreinato del Perú es su escaso colorido, a diferencia de la del Virreinato de Nueva España.
En el Río de la Plata existieron diferentes regiones estilísticas: Buenos Aires y la región pampeana; la Mesopotamia, donde se hallaban las misiones guaraníes; Córdoba y el centro del territorio de la actual Argentina; el noroeste de la actual Argentina, estrechamente vinculado con el Alto Perú (actual Bolivia).

En la actual provincia de Córdoba, los jesuitas fundaron estancias para cultivos y cría de ganado con el objeto de mantener el Colegio que habían establecido en la ciudad de Córdoba. Las estancias eran centros de producción, a diferencia de las misiones que eran lugares de evangelización.

• En Brasil, fuera de la influencia española, se destacan las esculturas realizadas por El Aleijadinho, un artista brasileño de origen mestizo. Recibió lecciones de su padre, que era tallista y arquitecto, y de otros escultores residentes en Ouro Preto. Las mutilaciones y deformaciones producidas por una enfermedad —su apodo quiere decir “El lisiadito”— no le impidieron cumplir una importante obra como arquitecto, retablista y esculto


LA ESCUELA CUSQUEÑA
Corresponde a fines del siglo XVII y buena parte del XVIII. El gran propulsor de la escuela cusqueña fue el obispo del Cusco Manuel de Mollinedo y Angulo quien llegó en 1673. Su obra fue la reconstrucción de las iglesias dañadas por el terremoto de 1650, con tal propósito se hizo la re-decoración total de la catedral.
Tiene como característica representar paisajes que no son andinos, sino más bien fondos paradisiacos marinos o boscosos.
La vestimenta de los personajes es revestida con algunas líneas finas de oro. Una creación cusqueña es la representación arcángeles arcabuceros. El arcabuz está asociado al sonido del trueno, que además fue considerado un dios andino.
El éxito fue tal que en el segundo tercio del siglo XVIII los talleres produjeron obras religiosas en serie. La difusión alcanzó desde Santiago de Chile y La Plata hasta Trujillo y Cajamarca y en algunos casos hasta México.
Fundadores de La Escuela Cusqueña
Bernardo Bitti (1548 – 1610)
Fue además de pintor sacerdote jesuita. Llegó al Perú en 1575. No era manierista sino de un estilo “contra maniera” y “anti maniera”. Su obra cumbre fue “Coronación de la Virgen” (1580), se exhibe en la iglesia San Pedro. En 1592 se encuentra con Mateo Pérez de Alesio, de quien recibe la influencia de pintar las “madonas”.
Mateo Pérez de Alesio (1547 – 1606)
Llegó a Lima en 1588. Su pintura más celebre es “La virgen de la Leche”, una de cuyas réplicas fue venerada por Santa Rosa de Lima y aún se conserva en su santuario.
Antes de llegar al Perú, en 1572, había pintado un fresco a la entrada de la Capilla Sixtina “La Disputa del Cuerpo de Moisés”.
LA VIRGEN DE LA LECHE
Angelino Medoro (1567 – 1633)
Antes de llegar al Perú estuvo en Bogotá, Cali y Quito. En Lima estuvo entre 1600 a 1620. Pintó la “Inmaculada Concepción” (1618) en el convento San Agustín. Tuvo  amistad con Santa Rosa de Lima, a quien llegó a retratarla poco después de su muerte.
Los Maestros Indígenas
Diego Quispe Tito (1611 – 1681)
Procedía de una noble familia autóctona establecida en el barrio de San Sebastián. Pintó la serie del zodiaco (1681) para la catedral cusqueña, pero sólo se han conservado ocho, posiblemente porque el artista murió antes de culminar su obra.
PISCIS
Basilio de Santa Cruz Pumacallao (1661 – 1700)
En 1667 participó en la ejecución de la serie sobre la vida de San Francisco de Asis para el convento Franciscano en Cusco, esta obra fue elogiada por el virrey conde de Lemos.
En 1690, el obispo Mollinedo lo designa para hacerse cargo de las obras de decoración de la Catedral.




Escuela Quiteña


Escuela quiteña es como se ha llamado al conjunto de manifestaciones artísticas y de artistas que se desarrolló en el territorio de la Real Audiencia de Quito, desde Pasto y Popayán por el norte hasta Piura y Cajamarca por el sur, durante el período colonial (segunda mitad del S. XVI, XVII, XVIII y primer cuarto del S. XIX); es decir durante la dominación española (1542-1824).
También se la considera como una forma de producción artística y fue una de las actividades mas importantes desde el punto de vista económico en la Real Audiencia de Quito

Se considera que su origen es la escuela de Artes y Oficios, fundada en 1552 por el sacerdote franciscano Jodoco Ricke, quien junto a Fray Pedro Gosseal transforma el colegio San Andrés, en el lugar donde se forman los primeros artistas indígenas.
Como expresión cultural es el resultado de un dilatado proceso de transculturación entre lo aborigen y lo europeo y es una de las manifestaciones más ricas del mestizaje y del sincretismo, en el cual aparentemente la participación del indígena vencido es de menor importancia frente al aporte europeo dominante

Virgen alada pintura de Miguel de Santiago, exponente de la escuela quiteña del siglo XVII.

Como fruto del sincretismo cultural y del mestizaje las obras de la Escuela Quiteña se caracterizan por la combinación y adaptación de rasgos europeos e indigenistas y en sus etapas refleja todos los estilos imperantes en cada época en España y así tiene elementosrenacentistas y manieristas; durante su apogeo es eminentemente barroca concluyendo con una corta etapa rococó que desemboca en un incipiente neoclasicismo hacia la fase de transición a la etapa republicana.

Retrato de señora principal quiteña con su negra esclava, por Vicente Albán, siglo XVIII.

A mas de los aportes españoles, recibe múltiples influencias flamencas, italianas y moriscas, las cuales íntimamente enraizadas en la tradición indo-americana, le dan una particularidad especial, diversa de sus fuentes, pues su resultado es mestizo.
Una de sus características comunes de la Escuela es su técnica de encarnado(como se llama en pintura y escultura a la simulación del color de la carne del cuerpo humano) que da una apariencia más natural a la piel del rostro de las esculturas. una vez que la pieza estaba tallada y perfectamente lijada, el oficial del taller procedía a recubrir la madera con varias capas de yeso con cola; luego de cada capa, se pulia perfectamente hasta conseguir un acabado perfectamente liso; luego de lo cual se daba el color en varias capas sumamente fluidas que se transparentaban permitiendo la mezcla óptica de los colores superpuestos; se iniciaba con los colores de sombras (azules, verdes, ocres); luego se daban los colores claros (blanco, rosa, amarillo); para terminar con los colores de resalte (naranja y rojo para las mejillas sonrosadas, las rodillas y codos de los niños; azul oscuro, verde, violeta, para las heridas y moretones de los cristos o para las sombras de la barba incipiente de personajes imberbes.

La sábana santa, escultura de Manuel Chili (Caspicara), siglo XVIII.